Por Tadeo Cadena
Mateo 13: 3 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
En el versículo dice “ Y les habló muchas cosas por parábolas…”
Las parábolas son relatos cortos de la vida cotidiana, contados en forma de analogías para ilustrar verdades espirituales.
En este capítulo, Jesús introduce el uso de parábolas como un medio para enseñar las verdades del “reino”.
De las 40 parábolas narradas por Jesús, en 19 hizo referencias directas al reino.
Estas historias se ubican en diferentes marcos de tiempo.
Algunas tienen que ver con el presente, porque enseñan:
1. la necesidad de que la gente del reino tenga oidos para oir (vv 3-23)
2. la forma en que el reino se expande (vv 31-35)
3. el costo de la adquisición del reino (vv 44.46)
Otras se refieren al futuro porque enseñan:
1. el final que aguarda a los que sirven al adversario (36-43)
2. la disposición final de lo que han recogido por la evangelización (47-51)
Al mezclar estos dos aspectos del reino, Jesús nos ayuda a apreciarlos como algo presente y al mismo tiempo venidero.
El día de hoy, nos enfocaremos a la primera parte, a la necesidad de que la gente tenga oídos para oír.
Leamos Mateo 13: 1-23
13 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
9 El que tiene oídos para oír, oiga.
10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.
12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. m
16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
El motivo de la enseñanza de hoy no es juzgar a nadie, el enfoque que tengo es de exhortar a que reflexionemos quiénes somos cuando escuchamos la palabra de Dios.
Jesús mismo, nos explica:
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.
Te invito hermano, hermana, a que meditemos cada uno lo que aprendimos el día de hoy, y que juzguemos si nuestros actos son como el primero, que a penas termina la enseñanza ya se le olvidó,
Si estamos como el segundo caso, que en momentos de pruebas, de dificultad, de crisis, se le olvida lo que una vez aprendió y vuelve a cometer los mismos errores.
Acaso somos como el tercero que por estar afanados y podría decir esclavizados a lo que este mundo ofrece o nos enseña que debe ser, no damos nada de fruto, no somos de bendición.
O ya estamos en el siguiente nivel, en el punto que oímos, entendemos, damos fruto, somos de bendición y no negamos a Cristo, por el qué dirán.
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